Mari y las relaciones de pareja 💛
Cuando Fede llegó, mi relación de pareja dejó de ser prioridad. Por un buen tiempo quedó en un segundo plano, como borrosa. Le ponía una cantidad de energía que en ese momento me parecía suficiente, pero ahora, al salir de la niebla del postparto, me doy cuenta de que necesitaba más.
Nadie me advirtió... bueno, sí me lo dijeron, pero no les creí. O tal vez fui confiada porque nuestra relación siempre había sido fuerte y segura, entonces me dije a mi misma que eso a nosotros no nos pasaría. Pero rápidamente me di cuenta de que cuando no se duerme, no se descansa y hay una pequeña persona demandando toda tu atención, NO hay forma de que la relación se mantenga igual.
Arturo (mi esposo) siempre ha sido activo y presente; ese no era el problema. El problema es que, para poder ser padres presentes, a veces caemos en ser ausentes en nuestra relación. No es una decisión consciente, simplemente sucede y es necesario. Mantener a un recién nacido vivo no es algo que se pueda hacer a medias.
Pero, ¿qué pasa después? ¿Qué pasa cuando volvemos rutinario algo que debería ser temporal? Esa transición es diferente para todos. Yo sentí el cambio un poco antes de que Fede cumpliera dos años. Creo que, como en ese momento él empezó a ser un poco más independiente y ya dormíamos mejor, pudimos salir del túnel y reencontrarnos.
¿Cómo salimos de esa fase de "roommates"? Primero, hay que entender qué significa esa fase. Es cuando convivimos y funcionamos como equipo, pero la complicidad y la intimidad pasan a un segundo plano porque es necesario para la supervivencia de todos en casa. Creo que nos toca empezar a preguntarnos, ¿estamos en una rutina de las mismas discusiones constantemente?, ¿me emociona ver a mi pareja?, ¿le hago espacios al amor de pareja?. La realidad es que, para salir de esta rutina cómoda, debemos abrirle espacio a la vulnerabilidad: hablar de cómo estamos, qué nos hace falta y reconocer lo difícil que es sentir el rechazo constante cuando la atención está en otra parte (así tengamos razón).
También implica hacerle espacio a la incomodidad de romper la rutina, de no evadir conversaciones con un "estoy cansada y no quiero hablar de esto". A veces, es cuestión de detenernos y decir: "Oye, sé que hemos estado distanciados, pero quiero que hablemos".
Algunas acciones que pueden ayudar son:
● Escribir una carta desde el amor y el agradecimiento.
● Iniciar contacto físico por el simple hecho de conectar.
● Hablar de algo que disfrutaron ese día.
● Hacer preguntas (¿qué te gustaría hacer durante el fin de semana?, ¿cómo te gusta que te consintiera?,etc) y mantener contacto visual durante la conversación.
Muchas veces, el resentimiento de los días duros nos impide ver más allá del conflicto, pero es importante escoger nuestras batallas para poder reconstruir la relación.
Es normal que los cambios nos afecten, que perdamos un poco de quien éramos como individuales y como pareja, hasta el perder la chispa que teníamos. Es por eso que es tan importante tomar la decisión de hacer conciencia y revisarnos, de hablar, tomar decisiones juntos y no unilateralmente. El reconstruir es un esfuerzo de ambos.
Quiero aclarar que esto aplica a relaciones que son saludables en su base, donde la comunicación asertiva, el respeto y la escucha activa son pilares fundamentales. Si alguno de estos aspectos falta, es recomendable buscar apoyo de algún profesional en salud mental.
El amor en pareja también se cultiva, y a veces, después del caos, necesitamos recordarnos que seguimos siendo dos antes de ser tres.
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